21 noviembre, 2024

Cuarto Libro: “Gente que baila”, de Norberto Soares

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Por Hernán Lasque

Gente que Baila / Norberto Soares

Norberto Soares publicó un único libro en su vida, un volumen de siete cuentos reunidos bajo el título de “Gente que baila”. Era el año 1993 y el libro salió a la calle sin tener mayor repercusión; seis años más tarde, moriría Soares a los 55 años de edad. La obra es única también en su composición, cada texto lo es. Cuentos que, como un caballo de Troya, traen dentro otros relatos, escenas, desplazamientos temporales que terminan por lograr una especie de novela comprimida. Una novela en cápsula, historias que tienen un antes y un después del tiempo mismo de los relatos que las constituyen.

La suya es una escritura de cambios de velocidades, dice Ezequiel Alemián sobre el arte de Soares en un artículo para la revista Los Inrockuptibles. La sensación que yo tengo al leerlo, en cierto aspecto más bien anecdótico, es similar a la de estar ante alguien que, con sumo detalle, me cuenta una novela que acaba de leer, o una película que le fascinó y que hace hincapié en muchos detalles pero que a su vez hace avanzar el relato a saltos. Suprime datos que pueden o no reponerse en el que escucha (el que lee), y el resultado es una trama vertiginosa y por lo tanto hipnótica, como un tráiler de película, pero literario, obsesivo, y con un final.

La composición de los cuentos, las historias, se resuelve en una estructura de saltos, de avances y supresiones que parecen dar por sentado que quien lee sabe que eso que no dice, no importa. O que importa por no dicho. Esto funciona gracias a la perfecta sintaxis, al nítido sentido que toma cada giro en la trama y la prosa, intercalando oraciones extensas, subordinadas, con inflexiones tajantes y ásperas. El piélago en el que derivan todos los cuentos de Soares es un estadío al borde de la crispación, crispación de lenguaje y la psiquis de los personajes y su narrador. La tensión de cada relato se presenta inmediatamente, y podemos medir su temperatura a lo largo del texto. Los puntos álgidos son precisamente aquellos pasajes en los que el narrador suprime o calla, salta, cambia, abandona una escena para pasar a otra. Dice Ezequiel Alemián: La arquitectura de la frase es tan ajustada, su médula ha sido tan puesta en tensión, que si en vez de castellano hubiese ahí un idioma desconocido, el edificio se sostendría. Porque no es donde se escribe, sino donde no se escribe, el lugar en el que está el punto de apoyo de estos relatos. Hay algo de “maestría” en la escritura de Soares, también en el sentido de que, de alguna manera, se exhibe como ejemplar. Soares es un escritor excepcional.

Estas crispaciones, arremetidas en la prosa que condensan una franja determinada de tiempo en una sola oración, haciéndola girar o avanzar como si fuera una flecha, están, a su vez, “espejadas” con las acciones y pensamientos de los personajes. La arquitectura psicológica, los entornos y contextos, personajes en el borde fino, quebradizo de vidas truncas. Adorables y despreciables sonados, absurdos, agarrados siempre a la sombra de una liana, un amor que terminó; sí, en todos los cuentos, el objeto de ese narrador obseso, es una mujer que ha perdido.

Norberto Soares (Buenos Aires, 1944-1999) fue escritor y periodista. Escribió sobre cultura en los diarios La Opinión, El Cronista y Página/12; en las revistas Primera Plana, Cinégrafo y El Periodista de Buenos Aires; y en el periódico cooperativo Acción. Publicó además artículos críticos y relatos en diversos diarios y revistas argentinos y del extranjero. Su libro de cuentos Gente que baila apareció en 1993 y es el único publicado.

Material referenciado: “Gente que baila”, de Ezequiel Alemián. Los Inrockuptibles, 16/12/2013

Promoción de la lectura. Sección “Cuarto Libro”

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